Reseña histórica

Semblanza histórica de la Jefatura de Policía de Soriano y de su primer edificio

La Jefatura Política y de Policía del departamento de Soriano fue creada en el año 1831, siendo su primer Jefe el Coronel Gregorio Salado, estando ubicada en ese entonces la capital del departamento, en la histórica Villa Santo Domingo de Soriano, la que fue relegada de tal situación en el año 1857, pasando a ser Mercedes la capital departamental.

     Corría el año 1866 y el Coronel Máximo Pérez recién ascendido como graduado de la Guardia Nacional, era designado Jefe Político y de Policía del Departamento de Soriano por el General Venancio Flores.

     Máximo Pérez había nacido en el paraje Coquimbo el día 19 de marzo de 1825 en el hogar que formaban Vicente Pérez y María del Rosario Siniestro, y pasó su juventud en el campo. Revistió como soldado durante la Guerra Grande y en posteriores sucesos se tiene noticia de su actuación como militar en batallas como la de Porongos en 1847, en la que resultó herido de gravedad pasando luego a Entre Ríos, para posteriormente ingresar al territorio e incorporarse a la revolución florista contra el gobierno de Bernardo P. Berro, y finalmente participando en la batalla de Yatay en el año 1865 durante la guerra de Paraguay.

     Como Jefe Político y de Policía en el Departamento de Soriano entre los años 1866 y 1868 merecen destacarse las obras que impulsó, siendo algunas de ellas, la construcción del muelle de Mercedes, el arreglo de la plaza Independencia, la construcción de la estatua de la Libertad (hoy emplazada en plaza Rivera), la construcción de la Escuela N° 1, las obras de la actual catedral y el nuevo cementerio así como la construcción del edificio de la Jefatura de Policía y la solicitud de la construcción del mismo, no olvidando su constante apoyo a la Educación, pese a ser analfabeto.-

     La Jefatura de Policía estaba instalada en la casa de la señora Tió ubicada en calle Asamblea, hoy Artigas, media cuadra al norte de la plaza y el local consistía en una casita de cerca de palos y ladrillos junto a la Librería Cabanellas trasladándose a su actual ubicación en calle San José ( hoy Ferreira Aldunate)y 18 de Julio.

     La construcción del edificio fue asesorada por un maestro de obras Italiano de nombre Antonio Petrochi, la dispuso Pérez mediante una partida de mil seiscientos pesos, dinero obtenido de la venta de animales de marcas ajenas, desconocidas y de un remate, lo que le valió la advertencia de parte del Gobierno que para esa clase de gastos debe recabarse la autorización superior.

     El edificio que se construyó con mas de 50 metros de frente, hoy constituye la planta baja del edificio actual, siendo refaccionado en épocas del Jefe Pelayo en que se le agregó la cárcel y el piso de piedra del Salto. El edificio en esa época se lo conocía como Hotel del Zorro, ya que Máximo Pérez hizo colocar un Zorro de mampostería en tamaño natural en una esquina y con el quiso representar según su propia palabra “al ZORRO VIEJO” como lo llamaba a su amigo el Gral Venancio Flores.

     En el salón principal, donde daba audiencias el Coronel Pérez, habían desaparecido las baldosas del piso, divisándose a la entrada una gran circunferencia, cuyo circulo lo formaban pequeños banquitos y tres o cuatro cabezas de vaca. En el centro se levantaba clavado en el suelo un gran asador, varias cafeteras y algunos trozos de ñandubay encendidos lo que indicaba que ese era el fogón donde tomaba mate y comía el Jefe Político y de Policía del departamento. Aquel viril y autentico fogón gaucho abierto en la misma sede de la Autoridad y alrededor de la llama ardiente, es una magnifica muestra de una realidad,ya que aquellos gauchos caudillos renunciaron al confort, sintiéndose en el campo, en la sede misma de su Autoridad, entronizados en una época en la que las realizaciones cristalizaban en base al carácter autoritario de quienes ejercían el poder.

     Los principales problemas que debía enfrentar la Policía eran las peleas y discusiones de los dueños de los campos situados frente a Mercedes, como Enrique Peña y Antonio Basté, quienes por su cuenta habían establecidos peajes para cruzar el río y pasar por sus campos, lo que fue agravándose a partir del establecimiento del viaje a Fray Bentos cruzando el río en la frágil balsa establecida por Basté, quien cruzaba hasta diligencias, que tenían capacidad para dieciséis persona, a las que le cobraban por el paso un real a cada persona y dos reales a cada caballo, como así la continua inconducta de los nueve alumnos que concurrían al único centro de instrucción, ubicado en las calles Asamblea y San José, llegando en el año 1867 a la cantidad de cuatrocientos siete alumnos en Mercedes y con la inauguración de la Escuela número uno, como así las continuas disputas de jurisdicción entre los jueces de Santo Domingo de Soriano y Mercedes, que reclamaban para sí el respeto de sus influencias en los parajes conocidos como Dacá , Correntino y Palmar, que antiguamente correspondían el primero y en donde el Jefe Político y de Policía, debía hacer uso de sus dotes de Caudillo, para refrenar los impulsos autoritarios de los Jueces.

     En la inauguración de las obras del Edificio, el Jefe Político y de Policía Máximo Pérez, pronunció la siguiente alocución "está empeñado mi honor, quiero hacer digno el departamento de Soriano, por su trabajo, su estimación y el aprecio de nuestros departamentos orientales, con los cuales estaremos siempre cual hasta hoy, en la afectuosa reciprocidad, en el respeto mutuo, y las más sinceras devoluciones a la justicia, y al levantar este hermoso edificio, que en breve vamos a inaugurar definitivamente como Jefatura de Policía, cumpliré con ella los más fervientes votos de Mercedes y mis deberes de ciudadano y Jefe Político de Soriano".

     En 1867 estalla en Mercedes la epidemia de cólera que provocó la muerte de mas de mil personas en una población de cinco mil, tomando a su cargo la Policía el control del cuidado de los enfermos con la colaboración de médicos y boticarios, y el entierro de los cuerpos, siendo en ese entonces los Comisarios de la Primera Sección Don Demetrio Pereira y el de la Cuarta Sección Don Valentin Gutiérrez, quien falleció el 1°de Enero de 1868 siendo sustituido por el carnicero Gervacio Galarza.

     Las funciones policiales y municipales no estaban en esos años delimitadas, y por una decisión del Gobierno se decretó la disolución de las compañías urbanas, piquete formado por un Oficial, dos sargentos y veinte soldados, esa medida debilitó más una vigilancia policial incapaz de enfrentar la alarmante epidemia de crímenes y robos a mas de la propia epidemia de cólera, además de la renuncia de tres comisarios y varios empleados de la Jefatura disponiéndose la creación de 50 plazas de la Compañía Urbana, treinta de los cuales fueron destinados a la Comisaría Novena Sección debido al notorio incremento de los extranjeros.

     Merece destacarse asimismo la transformación que se dió durante la gestión del Doctor Zoilo A. CHELLE que en 1949 constituyó una comisión Vecinal, que presidió Don Jesús Vizcaíno la que dotó mediante una colecta populares esta Jefatura de la primer flota de vehículos automotores y mejoró las obsoletas redes telefónicas, colocando una moderna Central en el propio Edificio de la Jefatura que funcionaba a clavijas.

     Posteriormente en la década de 1960 y en base a las complejidades de la investigación de nuevas modalidades delictivas se crea la Dirección de Investigaciones, y en 1985 se incorporan Comisaría de Mujeres y Menores, Centro Cultural Policía, Brigada de Prevención y Represión de Abigeato y recientemente se creó la Dirección de Grupo de Apoyo con el servicio de Radio Patrulla, efectivizandose un mejoramiento de las comunicaciones y el servicio 911, promoviendo una rápida respuesta a situaciones de emergencia.

     Es natural comprender que para lograr consolidar la integración POLICIA-PUEBLO ambas partes deben aportar lo que a cada uno corresponde. En síntesis un Policia digno es el que cumple fielmente los sagrados principios de la Ley, aún a costa de su propia vida, pero un pueblo digno es el que acepta la justicia y equidad de la ley sin pretender acomodarla a su voluntad y sabiendo respetar el derecho de los demás.

     Cumpliendo los unos y los otros, reconociendo virtudes y defectos, tolerando errores sin generalizarlos podremos lograr la verdadera integración y convivencia comunitaria entre Policía y Pueblo que son una sola cosa, indisolublemente unidad.

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